
Abanico de conflictos entre la unidad familiar y su red extensa. Cuarta entrega de la nueva serie sobre parentalidad positiva con Silvia Chamorro, psicóloga especializada en Intervención Social y Orientación Educativa.
La psicóloga aborda los conflictos familiares y lo hace desde cuatro perspectivas:
- conflictos parentales (1),
- con los hijos e hijas (2),
- entre hijos e hijas (3),
- conflictos con la red extensa (y4).
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Abanico de conflictos entre la unidad familiar y su red extensa
Silvia Chamorro
En este artículo, abordamos los conflictos que surgen entre la unidad familiar y su red extensa, temática con la cual terminamos el apartado de resolución de conflictos desde la parentalidad positiva.
Cuando hablamos de conflictos en la red extensa hemos de saber que se incluyen tanto los que pueden tener las personas adultas o progenitores como las/los menores.
Se abre por tanto un abanico de posibilidades bastante amplio. Si habéis leído los artículos previos, sabéis que:
- La aparición de conflictos es inevitable en cualquier relación humana
- El conflicto es una oportunidad de aprendizaje, mejora y fortalecimiento de las relaciones.

Del mismo modo, ya hemos explicado que hay diferencias entre los conflictos que ocurren:
- Al mismo nivel, es decir, entre progenitores, o entre hijos e hijas ya que sus roles y su etapa evolutiva son similares.
- A distinto nivel, cuando se da una desigualdad evolutiva y jerárquica, es decir, las madres y padres con las hijas e hijos.
Incidimos en estas ideas ya que, dentro del amplio abanico de conflictos que pueden aparecer entre la unidad familiar y la red extensa, es necesario tenerlas presentes.
Dependiendo del conflicto y de sus integrantes será conveniente actuar de una u otra forma. Veamos algunos casos:
Menor contra menor
Hablamos aquí de cuando nuestras hijas e hijos tienen algún conflicto con otro menor de nuestra red extensa, como por ejemplo podrían ser sus primas/os o las hijas/os de alguna amistad cercana.
Si percibimos que alguna situación entre ellas/ellos escala a un conflicto dejemos en principio que intenten resolverla por si mismas/os.
Si vemos que el conflicto se repite con mucha frecuencia o que se exceden los límites tolerables apareciendo conductas como la manipulación, la coerción o la violencia, debemos intervenir.
Intentemos no actuar de forma unilateral, ya que nuestra hija/o es solo una parte de este conflicto. Propongamos a la madre, padre, cuidador/a del otro menor actuar conjuntamente para ayudarles en la resolución del conflicto.

Cada mochuelo a su olivo
Cuando las familias se separen es el momento de abordar el tema en privado.
Para ello, esperemos a un momento de calma, cuando estemos a solas con nuestra hija/o preguntémosle qué ocurre.
Con esta información volvemos a conversar con la otra parte y, juntando ambas versiones, probablemente podremos entender mejor el conflicto y las necesidades de las partes.
Por ultimo, nos reunimos tanto menores como adultas/os para abordar el conflicto e intentar buscar soluciones.
Nuestra función aquí es la supervisión, orientación y soporte. Dejemos que sean ellas/ellos quienes encuentren la forma de resolver el conflicto y si no pueden démosles propuestas.
Menor contra adulta/o
En las situaciones en que nuestra criatura desconfía de algún adulto, le muestra aversión, hay conflictos y discusiones entre ellas/ellos, etc., debemos estar muy alerta.
Si yo percibo una situación como esta, por ejemplo, mi hija adolescente tiene este tipo de relación con alguno de sus abuelas/os, tías/os, primas/os mayores de edad (18 años), ¿cómo actuar?.
¿Qué debo hacer?
Recordar que la crianza y la educación son un proceso, por lo tanto, antes de actuar debo determinar:
- Qué nivel de confianza tengo con mi hija/o
- Mostrar interés y disponibilidad para hablar del conflicto
- Generar un clima de confianza
- Abordar el tema con asertividad
¿Qué no debo hacer?
- Intentar resolver el problema sin haberlo entendido
- Ser invasiva/o en las preguntas
- Ser impositiva/o con frase como «esto es lo que tienes que hacer», «harás lo que yo te diga»
- Dudar de lo que te cuente

Adulta/o contra menor
Cuando es alguno de los progenitores quien tiene un conflicto con un menor cercano y vemos que este se mantienen en el tiempo sin resolverse lo mejor es abordar el tema.
Pregunta a ambas partes por separado qué ocurre entre ellas/os, cuál es el motivo de su enfado, por qué discuten y si creen que se puede solucionar.
Si hay intención por ambas partes de llegar a un acuerdo o solución entonces podemos actuar de mediadores/as en una conversación o dejar quehablen entre ellas/os.
Por desgracia, es muy frecuente que en la familia y la red extensa se den casos que no tienen solución. En estas situaciones lo mejor es el distanciamiento y en ocasiones la ruptura total de la relación.
Adulta/o contra adulta/o
Por último, pensemos en los casos en los que son dos personas adultas quienes entran en conflicto. Por acotar, nos centraremos únicamente en los conflictos relacionados con la educación, la crianza y la parentalidad.
En este marco, lo más frecuente es encontrarnos con conflictos que se producen con relación a dos cuestiones:
Pautas y normas de educación a seguir
Es habitual que, por la diferencia generacional, los valores, las opiniones o incluso los rasgos de personalidad surjan conflictos con la red extensa.
Los conflictos pueden ser pequeños desacuerdos como, por ejemplo, cuánta televisión ven, la hora de acostarse o no comer azúcar.
Pero también pueden darse situaciones donde se cuestionan los valores familiares, por ejemplo, «¿cómo dejas que se pinte las uñas si es un niño?»

¿Quién pone las normas?
La respuesta más inmediata sería pensar que los progenitores. Y, en efecto, debería ser así. Aunque, actualmente, son muchas las situaciones en las que las y los menores pasan más tiempo con sus abuelas/os o cuidadoras/es.
Por no hablar de tiempo que pasan en los centros escolares, actividades extraescolares y en soledad o delante de pantallas.
Cuando las figuras de autoridad son muchas es difícil para las criaturas saber quién pone las normas. Esto genera conflictos especialmente cuando las normas se contradicen.
Como personas adultas deberíamos poder:
- Abordad los conflictos, comunicando lo que nos molesta y escuchando activamente lo que la otra persona nos tiene que decir.
- Expresar nuestras necesidades
- Llegar a acuerdos y mantenerlos
- Evitar cuestionar la autoridad de las madres y padres, las discusiones, las faltas de respeto y los reproches delante de las y los menores.
La red extensa cumple un rol fundamental dentro de la crianza y la educación de las criaturas, intervienen como mediadores, favoreciendo el diálogo y la compresión en el núcleo familiar.
El vínculo que se genera con abuelas, abuelos, tías y tíos es esencial, son parte de las figuras de referencia y apego con las que cuenta la/el menor, así que cuidémoslos.
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