Abusos sexuales a menores, terrible y cercana realidad (1). Publicamos a continuación la primera parte de dos artículos sobre este grave problema, en colaboración con la Fundación de Familias Monoparentales Isadora Duncan y su proyecto Prevención y Sensibilización en Violencia de Género.
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Abusos sexuales a menores, terrible y cercana realidad (1)
Silvia Chamorro
El abuso sexual es un delito por comportamientos que atentan contra la libertad o la indemnidad sexual de la persona. Y esto, independientemente de su sexo, sin que haya habido consentimiento previo y sin el uso de violencia, fuerza o intimidación.
En esto último está la diferencia entre abusos y agresiones sexuales, que igualmente se cometen sin el consentimiento de la víctima y en contra de su voluntad, pero con el agravante de la violencia y/o intimidación.
¿Qué dice el Código Penal sobre los abusos sexuales?
Según recoge el Código Penal, «se consideran abusos sexuales no consentidos aquellos que se cometen sobre personas que estén privadas de sentido o aquellas que padezcan un trastorno mental».
«Y también los que se realicen anulando la voluntad de la víctima con fármacos, drogas o cualquier otra sustancia».
También se invalida el consentimiento que haya sido obtenido de forma viciada, mediante engaño o abuso de una posición reconocida de superioridad, confianza, autoridad o influencia.
Este último apunte sobre el consentimiento adquiere especial importancia cuando profundizamos en el significado del delito contra la libertad o la indemnidad sexual. Según dictamina el Código Penal:
- «La libertad sexual es la libre determinación de la voluntad de un individuo para consentir actos y contacto físico de carácter sexual, así como el poder oponerse a los mismos».
- «La indemnidad sexual se refiere a los menores o incapaces, es decir, aquellas personas que no han alcanzado la madurez sexual necesaria».
Los abusos no solo atentan contra la voluntad y la capacidad de la persona a decidir sobre su sexualidad a cualquier edad, sino que se trata de delitos en el que los y las menores son potenciales víctimas por desconocimiento de la sexualidad y del consentimiento.
Violencia sexual, manifestación de violencia de género
Según datos del Ministerio del Interior, año 2020, se produjeron en España 13.174 actos de violencia sexual (agresiones, abusos, pornografía, prostitución y trata).
Las víctimas eran menores en el 47,6% de los casos. Para los delitos contra la libertad e indemnidad sexual, el 84% de las víctimas fueron mujeres; y el 96% de los responsables de estos delitos son hombres.
Destacamos el estudio sobre sentencias del Tribunal Supremo dictadas por delitos contra la libertad sexual, realizado por el Observatorio del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) también en 2020.
- En las agresiones sexuales cometidas contra personas adultas, el 97,7% de las víctimas son mujeres.
- La carga de género se reduce en las víctimas menores, el 68,4% eran niñas y el 31,6% niños. De estas, conocían al agresor en el 75,3% de los casos, mientras que en el 24,7% eran desconocidos.
- Del total de 64 casos registrados con víctimas menores, los agresores fueron 60 hombres (93,8%) 1 única mujer (1,5%) y 3 casos en los que participaban hombres y mujeres (4,7%).
Ponemos especial énfasis en los menores ya que son, por su propia condición de niños y niñas, víctimas especialmente vulnerables. Sobre ellos se cometen 7 de cada 10 de las agresiones o los abusos sexuales estudiados por la Sala de lo Penal.
Las cifras de una terrible realidad
El estudio del CGPJ recoge cifras que muestran una terrible realidad
- «Cuando las víctimas son menores de edad, el delito predominante es el abuso sexual, cometido casi en la mitad de los casos (48,6%), de los cuales el 57,7% fueron abusos continuados».
- «El segundo delito más cometido sobre niñas y niños fue la agresión sexual, con un 28,1%, siendo continuadas el 53,6% de ellas».
- «Los delitos relacionados con la pornografía representaron el 6,5%, mientras que los vinculados con la prostitución de menores fueron el 4,7% de los analizados.»
Abusos sexuales infantiles
En el caso de los abusos sexuales infantiles, los abusadores no tienen un perfil determinado ni se dan en un tipo de familia concreto, pero sí se pueden encontrar patrones comunes si se investiga el delito.
En un estudio reciente de Save the Children se analizan 432 casos judiciales de abusos sexuales a la infancia:
- La mitad de los delitos se cometieron en el entorno familiar, siendo el padre el abusador más común (casi un tercio de los casos).
- En el resto de los casos o bien el familiar no es identificado (20%), o es la pareja de la madre (el 18%), el abuelo (12%) o un tío (6%).
En la misma línea, el estudio del CGPJ evidencia que el porcentaje más elevado de delincuentes sexuales se encuentra en el entorno familiar de las víctimas, el 37,7%.
El 31,2% eran conocidos de la familia, el 24,7% provienen de contextos educativos, ocio, deportes, etc. Y un 7,8% de redes sociales.
Un delito grave, cercano y continuado
Por último, destacamos de las conclusiones de este estudio dos hechos significativos, que en congruencia con lo mencionando anteriormente, enfatizan la gravedad del delito:
- Referencia al lugar donde transcurren los hechos. El 83,6% de las agresiones ocurrieron en el domicilio del agresor; el 11,5% en calles, coches o espacios públicos; y el 4,9% en actividades de ocio deportes, etc.
- El segundo dato de interés se refiere a la continuidad de los abusos y agresiones. Como ya mencionamos, está presente en más de la mitad de los casos y en un intervalo que va desde los meses (30,6% de las víctimas) a los 7 años o más (12,2% de las víctimas).
Violencia sexual, más cerca de lo que podemos pensar
De la información aportada, podemos sacar conclusiones muy significativas:
- La violencia sexual es un delito que ocurre en los hogares de las víctimas o de personas cercanas a la unidad familiar.
- Es perpetrada por personas en las que las víctimas confían, con las que en muchos casos tienen una relación de parentesco directo.
- La violencia sexual se mantiene por periodos prolongados de tiempo.
Es difícil concretar la magnitud de las consecuencias que la violencia sexual puede acarrear en una persona que en su infancia su hogar no es el lugar seguro que debería, sino el foco de sus problemas. Y que la o las personas que deberían quererte y cuidarte por el mero hecho de existir sean quien te hieren.
Falso consentimiento
La edad en la que se inician los abusos suele ser previa a la comprensión de la propia sexualidad, en ocasiones las y los menores participan activamente y obtienen placer de los hechos delictivos.
Esto se debe a ese falso consentimiento que mencionamos en la definición del concepto. Aprovechándose de la inocencia característica de la infancia, se consigue convencer a las y los menores de que es un juego o un momento especial que comparten con su padre, abuelo, tío, etc.
Y de que no se lo pueden decir nadie porque «es un secreto», «mamá no lo va entender y se va enfadar y ¿tú no quieres que mamá y yo discutamos verdad?» y otros engaños y/o amenazas similares.
Sentimiento de culpa y vergüenza
Cuando las víctimas empiezan a tener conciencia de la situación experimentan fuertes sentimientos de culpa y vergüenza que generalmente no saben gestionar y que pueden traducirse en situaciones de indefensión aprendida o en conductas disruptivas:
- pierden el apetito
- lloran
- tienen miedo a la soledad
- desarrollan resistencia a desnudarse
- sufren regresiones temporales
- fracaso escolar, etc.
A largo plazo las personas que han sufrido violencia sexual pueden desarrollar:
- miedos irracionales
- conductas autolesivas
- ideación suicida
- conductas antisociales
- ansiedad
- descenso de la autovaloración personal
- trastorno de estrés postraumático, etc.
Abusos sexuales a menores, terrible y cercana realidad (y 2)
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