¿Cómo combatir la anorexia y la bulimia nerviosa? Estamos ante dos de los trastornos de la conducta alimentaria más comunes.

Se caracterizan por un cambio en los hábitos de alimentación debido a una preocupación excesiva por aquello que se come. Este comportamiento, influye negativamente tanto en la conducta como en la salud física.

Buscamos información con la ayuda de Joan Francesc Serra i Pla, psicólogo clínico especialista en el ámbito infantojuvenil en el Hospital Quirónsalud Digital.

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¿Cómo combatir la anorexia y la bulimia nerviosa?

Joan Francesc Serra i Pla

Tanto la anorexia como la bulimia nerviosa son trastornos graves que comparten algunos síntomas.

Sin embargo, tienen características y comportamientos distintos que conviene conocer para detectarlas lo antes posible.

A pesar de que en muchos casos se confunden, las diferencias entre la anorexia y la bulimia son bastante claras.

Las características principales de la anorexia nerviosa son:

  • Restricción de la ingesta alimentaria: las personas con anorexia nerviosa limitan severamente la cantidad de alimentos que consumen, lo que lleva a una pérdida de peso significativa.
  • Miedo intenso a ganar peso: a pesar de estar por debajo del peso normal, tienen un miedo intenso a aumentar de peso.
  • Distorsión de la imagen corporal: perciben su cuerpo como más grande de lo que es en realidad, a pesar de estar peligrosamente delgados.
  • Rituales alimentarios: pueden desarrollar hábitos alimenticios extraños, como cortar la comida en pedazos muy pequeños o evitar comer delante de otros.

Los síntomas físicos que suelen presentar quienes padecen anorexia son:

  • Extrema delgadez.
  • Debilidad y fatiga.
  • Pérdida de cabello o cabello quebradizo.
  • Amenorrea (pérdida de la menstruación) en mujeres.
  • Piel seca y amarillenta.
  • Intolerancia al frío.
¿Cómo combatir la anorexia y la bulimia nerviosa? Estamos ante dos de los trastornos de la conducta alimentaria más comunes.

Por su parte, la bulimia nerviosa se caracteriza principalmente por:

  • Episodios de atracones: los afectados consumen grandes cantidades de alimentos en un corto período de tiempo, acompañados de una sensación de pérdida de control.
  • Comportamientos compensatorios: después de los atracones, recurren a conductas como el vómito autoinducido, el uso excesivo de laxantes, el ayuno o el ejercicio excesivo para evitar el aumento de peso.
  • Preocupación por el peso y la forma corporal: al igual que en la anorexia, tienen una preocupación intensa por su peso y forma del cuerpo.

Los pacientes con bulimia nerviosa, manifiestan lo siguientes síntomas físicos:

  • Inflamación de las mejillas y la mandíbula debido al vómito frecuente.
  • Erosión del esmalte dental debido al ácido del vómito.
  • Problemas gastrointestinales.
  • Deshidratación.
  • Alteraciones electrolíticas que pueden llevar a problemas cardíacos.


Diferencias principales

Una vez que se tienen claras las características de ambos trastornos, es más sencillo percibir sus diferencias:

  • Anorexia nerviosa: se caracteriza principalmente por la restricción severa de la ingesta de alimentos.
  • Bulimia nerviosa: involucra ciclos de atracones seguidos de comportamientos compensatorios como el vómito o el uso de laxantes.
  • Anorexia nerviosa: las personas que la sufren suelen tener un peso significativamente bajo.
  • Bulimia nerviosa: aquellos que la padecen pueden tener un peso normal o incluso sobrepeso, a pesar de sus comportamientos extremos.
  • Anorexia nerviosa: la restricción es continua y persistente.
  • Bulimia nerviosa: hay episodios de pérdida de control seguidos de comportamientos extremos para evitar el aumento de peso.
Tanto la anorexia como la bulimia nerviosa son trastornos graves que comparten algunos síntomas. Sin embargo, tienen características y comportamientos distintos que conviene conocer para detectarlas lo antes posible.

Similitudes entre la anorexia y la bulimia nerviosa

Estos dos trastornos alimentarios presentan muchas semejanzas, motivo por el que a algunas personas les cuesta diferenciarlas. Las principales son:

  • Preocupación extrema por el peso y la forma corporal.
  • Distorsión de la imagen corporal.
  • Consecuencias graves para la salud física y mental.
  • Riesgo de complicaciones médicas y psicológicas, incluyendo la muerte en casos muy graves.

Tratamiento de la anorexia

El tratamiento de la anorexia y la bulimia nerviosa debe constar de un abordaje multidisciplinar en el que intervengan profesionales de diversos ámbitos. En ocasiones las terapias son similares y en otras, cada uno de los trastornos requiere un proceso distinto:

El tratamiento psicológico se basa en tres pilares principalmente:

  • Terapia cognitivo-conductual (TCC): ayuda a las personas a identificar y cambiar patrones de pensamiento y comportamiento negativos relacionados con la alimentación, la imagen corporal, los atracones o las conductas compensatorias. Es el más eficaz para la bulimia.
  • Terapia familiar: especialmente eficaz en adolescentes, involucra a la familia en el proceso de tratamiento para apoyar cambios saludables y mejorar la comunicación.
  • Terapia individual: puede incluir enfoques como la terapia dialéctico-conductual (TDC) o la terapia interpersonal para abordar problemas emocionales subyacentes.
  • Terapia interpersonal (TIP): se enfoca en mejorar las relaciones personales y la comunicación, abordando problemas interpersonales que pueden contribuir al trastorno.
  • Terapia dialectico-conductual (TDC): es útil para aquellos con síntomas severos o comorbilidades. Enseña habilidades para manejar las emociones intensas y reducir los comportamientos impulsivos.

Trabajar con un dietista o un nutricionista especializado en trastornos alimentarios para desarrollar un plan de alimentación equilibrado que promueva una relación saludable con la comida es imprescindible una vez que el paciente ha reconocido que tiene una relación problemática con la comida.



Para tratar los problemas de salud derivados de una mala alimentación, se requiere:

Supervisión regular de la salud física por un médico para monitorear el peso, los niveles de electrolitos y otras funciones corporales críticas.

En casos graves, puede ser necesaria la hospitalización o el tratamiento en un centro especializado para estabilizar el peso y tratar posibles complicaciones médicas como la erosión dental o la inflamación esofágica.

Aunque no hay medicamentos específicos aprobados para tratar la anorexia, algunos antidepresivos o antipsicóticos pueden ser útiles para paliar síntomas concurrentes como la depresión, la ansiedad o los trastornos obsesivo-compulsivos.

En el caso de la bulimia, los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS) presentes en los antidepresivos, como la fluoxetina, son eficaces para reducir los episodios de atracones y purgas, así como para tratar la depresión y la ansiedad concurrentes.

Participar en grupos de apoyo donde las personas puedan compartir sus experiencias y recibir apoyo de otros que enfrentan desafíos similares.

En la prevención de los trastornos alimentarios deben intervenir diferentes agentes, entre los que destacan la familia, la comunidad científica y la sociedad en general.

La importancia de la prevención

En la prevención de los trastornos alimentarios deben intervenir diferentes agentes, entre los que destacan la familia, la comunidad científica y la sociedad en general.

Programas educativos en escuelas y comunidades para aumentar la conciencia sobre los trastornos alimentarios y promover una imagen corporal positiva.

Fomentar la educación sobre nutrición y hábitos alimentarios saludables desde una edad temprana.

Desafiar y cambiar los estándares de belleza poco realistas en los medios de comunicación y en la cultura popular.

Promover la aceptación de la diversidad corporal y el respeto por diferentes formas y tamaños físicos.

Fomentar entornos familiares y sociales que apoyen la autoestima y el bienestar emocional.

Ofrecer recursos y apoyo a los padres o los cuidadores para que puedan reconocer signos tempranos de trastornos alimentarios y saber cómo responder adecuadamente.



Enseñar habilidades de afrontamiento para manejar el estrés y la presión académica, social y deportiva que pueden contribuir al desarrollo de trastornos alimentarios.

Promover el equilibrio entre las actividades académicas, recreativas y el descanso.

Identificar y apoyar a individuos con factores de riesgo elevados, como antecedentes familiares de trastornos alimentarios, perfeccionismo extremo o problemas emocionales.

Ofrecer acceso a servicios de salud mental para tratar problemas emocionales subyacentes antes de que se desarrollen en trastornos alimentarios.

La prevención, la detección y el tratamiento temprano son fundamentales para prevenir o frenar un trastorno de la conducta alimentaria.

El estrés social, académico o deportivo al que están sometidos muchos adolescentes, sumado a los estándares de belleza social actuales y a las vulnerabilidades psicológicas personales, hacen que empezar a desarrollar un TCA sea más fácil de lo que imaginamos.

Como sociedad y como individuos, podemos tener un papel muy importante en esta prevención, y debemos ser conscientes de ello.

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