Conocer las emociones: el asco. Este es el título del nuevo artículo de la psicóloga Silvia Chamorro sobre la adquisición temprana de rutinas saludables, dentro del concepto de Parentalidad Positiva.

Silvia aborda la parentalidad positiva partiendo de la crianza y educación en salud. De esta forma, dispondremos de todas las claves para una salud plena.

La psicóloga se centra ahora en las emociones. Y finalizará con una serie de artículos sobre estilos comunicativos y su importancia en la comprensión y asimilación del mensaje por las y los menores.

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Nadie nos puede decir cómo criar o educar, cada situación es única. Pero en cualquier caso, la información siempre es útil para decidir.

La idea de estos artículos es ofrecer información a madres, padres, abuelas, abuelos y personas responsables de una o un menor. Incluimos propuestas útiles y aplicables que conviertan la crianza en algo constructivo y agradable.

Silvia Chamorro es psicóloga y está especializada en intervención social.

Conocer las emociones: el asco

Silvia Chamorro – Psicóloga especializada en Intervención Social

Las emociones, todas ellas, tienen una función y su aparición es un mensaje, la forma que tiene nuestro cuerpo de darnos información.

En el caso de la emoción de asco, el mensaje que nos transmite es que hay una necesidad que no está siendo cubierta. Y para poder dar respuesta a este mensaje es necesario que nos preguntemos: ¿qué nos provoca asco?, ¿por qué?

Son varias las posibles causas del asco, las más comunes son las provocadas por alguna situación, persona o cosa:

  • Animales e insectos (serpientes, ratas, palomas, arañas, cucarachas, piojos, etc.)
  • Alimentos, bien sea por putrefacción o por textura, sabor, color u olor.
  • Secreciones del cuerpo propio y ajeno (saliva, mocos, pus, orina, excrementos, sudor, sangre)
  • Conductas. Situaciones que resultan desagradables para la moral individual de cada persona y que desencadenan la emoción de asco (ver a otra persona vomitando, defecando o comiéndose un moco, la caza de animales salvajes, el racismo, la violación, la violencia, el acoso, la indigencia, la tauromaquia, etc.).
  • Objetos de todo tipo. Algunos de los más comunes pueden ser el contenedor de la basura, las tuberías, retretes públicos, la bayeta de la cocina, los pomos de las puertas, etc.

Bien, esta información puede responder al ¿qué nos da asco?, pero aún falta descubrir el ¿por qué?

Aversión, repugnancia, rechazo o desprecio

El asco es una emoción cotidiana y frecuente, de hecho, es posible que mientras leías estos ejemplos tu propia emoción de asco se haya representado.

Generalmente, el asco aparece frente a un estímulo que nos provoca aversión, repugnancia, rechazo o desprecio.

Se percibe el estímulo a través de los sentidos, o lo que es lo mismo, lo que no nos gusta es algo que vemos, olemos, probamos, tocamos y/o escuchamos.

La expresión facial del asco: arrugar la nariz y fruncir el ceño, elevar las mejillas y bajar las comisuras de los labios, los orificios nasales se taponan y los ojos se entrecierran.

Manifestaciones de asco

La emoción se representa de forma externa con cambios físicos y de forma interna mediante procesos psicológicos. Los cambios físicos más significativos de esta emoción son:

  • Reacción general del cuerpo para retroceder o echarse hacia atrás.
  • La expresión facial: arrugar la nariz y fruncir el ceño, elevar las mejillas y bajar las comisuras de los labios, los orificios nasales se taponan y los ojos se entrecierran.
  • Arcadas o vómitos

A nivel mental podemos definir al asco como un mecanismo de defensa.

Será el lóbulo frontal de la ínsula, área del cerebro estrechamente ligada a las emociones, el que reciba la información del estímulo que se percibe y el que transmita al cuerpo el mensaje de que el estímulo se interpreta como algo peligroso para la salud.

Automáticamente y de forma involuntaria se ejecutarán las respuestas físicas que mencionamos anteriormente.

Os propongo un ejercicio para que pongáis a prueba vuestro asco, a ver si sois capaces: Es algo muy sencillo, toma un vaso y escupe dentro, acto seguido bebe tu propia saliva. ¿Te da asco?

Este ejemplo ilustra perfectamente la aparición involuntaria de la emoción. Antes de saber muy bien por qué, ya sentimos asco.

Lo que no nos gusta es algo que vemos, olemos, probamos, tocamos y/o escuchamos.

Principales funciones

El asco cumple, por tanto, una función clave para la supervivencia, a nivel alimenticio previene tanto a humanos como a animales de ingerir alimentos podridos o contaminados.

Además, está estrechamente ligado al desarrollo de la personalidad y a la toma de decisiones. El asco es el mensaje con el que decimos NO a las situaciones, personas o cosas que no nos gustan.

Cuando el asco es un problema

Hasta el momento hemos mencionado los aspectos adaptativos de la emoción, pero en ocasiones el asco puede ser también desadaptativo o incapacitante.

Uno de los ejemplos más comunes y por los que esta emoción puede generar problemas a las cuidadoras y cuidadores lo encontramos en la alimentación, especialmente en las primeras etapas del desarrollo de una o un menor.

Tengamos en cuenta que mientras comemos todos nuestros sentidos están alerta. Antes de ingerir un alimento lo vemos y lo olemos. Y si la comida pasa estos dos filtros lo masticamos y entra en juego la textura y el gusto, incluso en algunos casos el sonido, como cuando comemos patatas fritas.

Con toda la cantidad de sentidos que hay que complacer al comer es normal que aparezcan alimentos que nos disgusten o nos desagraden, especialmente durante el primer y el segundo año de vida, donde probamos con frecuencia cosas nuevas.

Respetar la capacidad de decidir qué les gusta y qué no favorecerá, como ya mencionamos, la seguridad en la toma de decisiones en el futuro. Pero ojo, esto no quiere decir que dejemos que se alimenten únicamente de lo que les guste.

El asco es el mensaje con el que decimos NO a las situaciones, personas o cosas que no nos gustan.

¿Qué podemos hacer?

El trabajo de las y los progenitores será encontrar un punto intermedio entre la alimentación saludable y los gustos propios, dándole la opción de sustituir algunos alimentos o cambiar la forma de prepararlos.

La exposición gradual y la repetición pueden hacer que nos acostumbremos al estímulo desagradable y superemos el asco.

Esto se debe a un mecanismo adaptación que se activa cuando no podremos evitar aquello que nos da asco. Pensemos como ejemplo en nuestros hermosos bebés y en sus no tan adorables pañales.

Seamos justas y justos con nuestras criaturas, si es normal y toleramos que a una persona adulta no le gusten algunas verduras, frutas, carnes o pescados también lo es que no les gusten a las y los menores y no hay porqué obligarles a comer de todo.

También, al igual que con las emociones que hemos abordado en anteriores artículos, debemos hacer un ejercicio de autoanálisis sobre las cosas que nos dan asco, el porqué y si estas pueden ser causa del comportamiento de asco de nuestras hijas e hijos.



Emociones secundarias

Las emociones principales suelen ir seguidas de otras que llamamos secundarias. Recordemos el ejemplo de la sorpresa: cuando nos damos cuenta de que hemos perdido un objeto importante, la primera emoción que se manifiesta es la sorpresa, e inmediatamente aparece la tristeza.

Pues bien, con el asco ocurre lo mismo, en muchos casos se complementa con el miedo, llegando incluso a ser esta la causa de fobias y trastornos alimenticios.

En otras ocasiones, el asco deriva en rabia, esto ocurre generalmente cuando lo que nos produce rechazo es una conducta o situación que consideramos inmoral.

Es importante reaccionar frente a las emociones y no ignorarlas. Como ya sabemos, las emociones nos transmiten información sobre nosotras y nosotros mismos y sobre las demás personas.

Cuando sientas que el asco se está convirtiendo en algo excesivo y/o desadaptativo pero desconozcas el motivo no dudes en consultar a alguna o algún profesional de la psicología que te ayude a entender y reajustar la emoción.

(1) Criar o educar en salud física

(2) Criar o educar en salud mental

(3) Criar o educar en salud social y relacional

(4) Criar o educar en salud sexual y reproductiva

(5) Conocer las emociones: la sorpresa

(6) Conocer las emociones: el miedo

(7) Conocer las emociones: la tristeza

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