El rompecabezas de los conflictos con tus hijos e hijas (2). Segunda entrega de la nueva serie sobre parentalidad positiva con Silvia Chamorro, psicóloga especializada en Intervención Social y Orientación Educativa.

La psicóloga aborda los conflictos familiares y lo hace desde cuatro perspectivas:

  • conflictos parentales (1),
  • con los hijos e hijas (2),
  • entre hijos e hijas (3),
  • conflictos con la red extensa (y4).

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El rompecabezas de los conflictos con tus hijos e hijas

Silvia Chamorro

Los conflictos son inevitables, en cualquier relación humana aparecen fricciones y desacuerdos.

En general nos resultan desagradables, nos hacen sentir incomodidad y frustración; por eso, en muchas ocasiones los ignoramos, los evitamos o huimos de ellos, pero finalmente ahí están y toca enfrentarlos.   

El conflicto es una situación similar que se da cuando intentamos resolver un rompecabezas. Primero lo observas intentando entenderlo, luego planteas una estrategia de resolución y pruebas, si no funciona pruebas otra y otra vez, así hasta que:

  • consigues resolverlo, con la satisfacción y sensación de superación que ello conlleva,
  • o te rindes, enfadada/o, con sensación de fracaso y dándolo por imposible.

Como vemos, hay dos posibilidades en el conflicto, una buena y una mala.

El presente artículo pretende que miremos a esa posibilidad de resolución, que enfoquemos el conflicto como una oportunidad y no como un inconveniente, porque realmente lo es.

El rompecabezas de los conflictos con tus hijos e hijas
Silvia Chamorro, psicóloga especializada en Intervención Social y Orientación Educativa.

El conflicto con los hijos e hijas como oportunidad

El conflicto es una oportunidad para:

 ¿Qué es lo que me molesta y por qué lo hace?, ¿dónde están mis límites?, ¿qué estrategias de resolución de conflictos tengo?, ¿cómo puedo tranquilizarme?, etc.

¿Qué cosas le molestan y por qué?, ¿cómo manifiesta su malestar?, ¿qué capacidad de razonamiento y expresión emocional tiene?, ¿qué cosas le calman?, etc.

Cuando los problemas se abordan se está poniendo en valor el malestar que sienten ambas partes. Buscar una solución conjunta les hará sentir que importan y que se les tiene en cuenta y si el conflicto se resuelve ambas partes se sentirán satisfechas.

El rompecabezas de los conflictos con tus hijos e hijas
Cuando intentamos resolver un conflicto desde una posición de superioridad es muy fácil incurrir en la comunicación agresiva que solo hará que la otra parte se ponga a la defensiva, devolviéndonos otro ataque o huyendo y evitando la situación.

Dos básicos de la parentalidad positiva para mejorar la relación con tus hijas/os

En el pasado, ya hemos mencionado que vivimos en una sociedad donde la adultocracia está normalizada e incluso ensalzada.

El reflejo más claro es cuando les ordenamos a nuestras criaturas hacer o no hacer algo bajo el único argumento de «porque lo dijo yo». Nos colocamos en una posición de superioridad y control porque somos las/os adultas/os.

Es evidente que una persona adulta sabe más cosas y tiene más habilidades que un niño/a, pero también comete errores y tiene capacidad de aprender nuevas formas de hacer.

Cuando intentamos resolver un conflicto desde una posición de superioridad es muy fácil incurrir en la comunicación agresiva que, como sabemos, solo hará que la otra parte se ponga a la defensiva, devolviéndonos otro ataque o huyendo y evitando la situación.

Para promover una relación horizontal entre personas adultas y menores, somos precisamente las adultas las que tenemos que bajar a su nivel, y este variará en función de su etapa de desarrollo evolutivo y de las capacidades que vaya adquiriendo.

Dar las gracias, disculparse, ser sinceras/os, no gritar o insultar, respetar los límites y las negativas pueden ser algunos comportamientos que demuestran respeto hacia los demás.

En ocasiones establecemos unos mínimos de respeto que esperamos que nuestras criaturas cumplan, pero que no ven reflejadas de vuelta. Las normas que establezcamos deben aplicarse de forma bidireccional.

Ej: Nuestra/o hija/o nos grita y le respondemos en el mismo tono de voz, «a mí no me hables así».

Volvemos a incurrir en el mismo error de superioridad de antes, probablemente lo que interprete el/la menor sea: Tú sí puedes gritarme a mí, pero yo a ti no.

Este mensaje le resultará injusto y contradictorio y la probabilidad de que la conducta de gritar cese es muy baja. Además, tampoco se sentirá escuchada/o ni comprendida/o.

Ej: Nuestra/o hija/o nos grita y le respondemos en un tono calmado, «quiero saber qué te pasa, pero no me gusta que me hables así, por favor dímelo en otro tono».

En este segundo ejemplo demostramos rechazo hacia la conducta, pero interés por lo que la ha motivado, aquí la probabilidad de que el conflicto se resuelva y de que en el futuro la conducta de gritar se extinga es mayor.

El rompecabezas de los conflictos con tus hijos e hijas
Dar las gracias, disculparse, ser sinceras/os, no gritar o insultar, respetar los límites y las negativas pueden ser algunos comportamientos que demuestran respeto hacia los demás.

Pautas y consejos para la resolución de conflictos con tus hijos e hijas

Es difícil dar con la solución a un problema que no entiendo. El primer paso será, por tanto, averiguar los motivos que pueden provocar la conducta.

Muchos de los comportamientos disruptivos de nuestras criaturas se deben a tres motivaciones principales:

  • Quieren atención: Nos demandan en exceso, nos interrumpen si prestamos atención a otras personas, nos llaman continuamente pidiendo ayuda, realizan conductas de riesgo o se comportan mal a propósito, etc.
  • Quieren venganza: Su intención es generar malestar porque ellas/os se sienten mal. Cuando nos insultan, nos dicen que no nos quieren o nos pegan probablemente es un reflejo de sus sentimientos. Si esta situación se prolonga en el tiempo las conductas pueden ser mucho más complejas y dañinas.
  • O quieren poder: Necesitan sentir que mandan, que tienen el control. Aquí podemos encontrar niñas/os desobedientes, que usan un «no quiero» indiscriminado, es decir, dicen que no incluso cuando es algo que les gusta, o los conflictos surgidos cuando intentas enseñarles algo o corregirles.

Es habitual que frente a este tipo de comportamiento pensemos y digamos frases como «lo hace por llevar la contraria», «solo quiere fastidiarme”, «quiere llevarme al límite», etc.

Bajo todos estos mensajes quien está en el centro es la persona adulta, estamos analizando el conflicto desde el yo.

Para comprender realmente la conducta tengo que ponerme en el lugar del otro. Dejar de prestar tanta atención a lo que hace y preguntarme ¿por qué lo hace?, ¿qué me quiere decir con esa conducta? Por ejemplo:

  • Quiere atención: Necesita que le dedique más tiempo de calidad, sentirse importante.
  • Quiere venganza: Necesita demostraciones de afecto y validación emocional.
  • Quiere poder: Necesita autonomía, ser tenido en cuenta, tomar decisiones.
El rompecabezas de los conflictos con tus hijos e hijas
Es importante entender a la otra persona, pero también entenderse a una/o misma/o, saber que emociones nos atraviesan y que respuestas doy en base a ellas.

Es importante entender a la otra persona, pero también entenderse a una/o misma/o, saber que emociones nos atraviesan y que respuestas doy en base a ellas.

Pongamos que las conductas de nuestras/os hijas/os se enmarcan dentro de la división anterior:

  • Buscan atención: Probablemente sentirás irritación, cansancio o incluso preocupación.
  • Buscan venganza: Es posible que sientas decepción, tristeza, incredulidad y enfado.
  • Buscan poder: Pueden aparecer sentimientos de amenaza, provocación o desafío que desencadenen sensación de derrota o necesidad de defensa.

Cuando identificamos nuestras emociones es cuando podemos empezar gestionarlas.

Cuando nos encontramos ante un conflicto generalmente ambas partes se ven atravesadas por emociones desagradables que les llevaran a actuar de forma reactiva y no reflexiva.

Si queremos llevar a cabo una buena resolución es imprescindible salir de esa emoción. Tener conciencia de la situación y saber que no me intenta atacar sino decirme algo suele ayudar, pero en ocasiones no es suficiente.

Cada persona tiene una manera de calmarse, intenta encontrar la más adecuada para ti y que tu peque encuentre la más adecuada para ella/el, pero ojo, que probablemente sean distintas.

Calmarse no debe ser una imposición sino algo que ella/él también quiere hacer.

Algunas propuestas pueden ser la respiración, el movimiento o la activación del cerebro racional (realizar cálculo mental, repasar capitales de provincia, conjugaciones verbales, los colores en inglés…etc).

Si sientes que no estáis consiguiendo calmaros la mejor opción entonces es retirarse e intentar resolver el conflicto más adelante.

El rompecabezas de los conflictos con tus hijos e hijas
Comprender las causas, motivaciones y emociones que subyacen al conflicto es lo más difícil, una vez tengamos estos aspectos claros será mucho más fácil encontrar una estrategia útil.

Quienes hayáis llegado hasta aquí deseosas/os de encontrar la solución a los conflictos con vuestras/os hijas/os, os doy la enhorabuena, porque lo más complicado ya está hecho.

Comprender las causas, motivaciones y emociones que subyacen al conflicto es lo más difícil, una vez tengamos estos aspectos claros será mucho más fácil encontrar una estrategia útil.

Para una adecuada resolución de conflictos necesitamos:

  • Ser capaces de empatizar y validar las emociones, aunque no estemos de acuerdo con ellas.
  • Generar conexión entre ambas partes mediante la escucha activa y la comunicación asertiva.
  • Enfocarnos en la solución y llegar a ella de forma conjunta, no como una imposición.

¡Recuerda! Un conflicto es como un rompecabezas

No podemos esperar obtener soluciones a corto plazo, tendremos que realizar varios intentos antes de dar con la solución, así que no queda otra que tener paciencia y seguir practicando.

Dicho de otra manera, que no nos asuste aplicar distintas técnicas de resolución desde el paradigma del ensayo- error. Durante el proceso iremos perfeccionando la técnica y adquiriendo habilidades para la resolución de conflictos.

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