¿Por qué es importante controlar la ansiedad? Encontramos la respuesta en este interesante artículo de Mónica Sagardoy, Psicóloga General Sanitaria de la Unidad de Salud Mental de Hospital Quirónsalud Digital

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¿Por qué es importante controlar la ansiedad?

Mónica Sagardoy – Psicóloga General Sanitaria

Con relativa frecuencia, tanto en los medios de comunicación como en nuestras conversaciones cotidianas, nos referimos a este concepto. Sin embargo, un somero análisis nos desvela que no siempre lo utilizamos con el mismo significado.

Quizá esta sea la razón por la que, no pocas veces, atribuyamos a una simple inquietud momentánea ―reacción natural y adecuada a un peligro― la etiqueta de ansiedad. O, por el contrario, restemos importancia a un estado al que deberíamos prestar atención, acudiendo a un profesional de la salud.

Afirmaciones como «Tras el accidente, la madre fue atendida por una crisis de ansiedad» nos indican la dificultad de esa persona para afrontar con éxito un suceso que sobrepasa su capacidad y en el que se ve arrastrada por el miedo o el pánico. Hablamos, entonces, de una reacción adecuada a un estímulo ansiógeno.

El uso del término ansiedad en canciones como aquella popularizada a mediados del siglo pasado y que decía «ansiedad de tenerte en mis brazos…» o en interjecciones como «¡Espera, no seas ansioso!», indican un estado de «impaciencia o premura».

Pero, ¿qué es la ansiedad tal y cómo se entiende en el ámbito de la salud?

Fijémonos en expresiones coloquiales como «está de los nervios» o «sufre de los nervios» que se utilizan para reflejar la inquietud permanente y sin causa justificada que sufre una persona.

Particularmente, me inspiran verdadero respeto palabras utilizadas por los pacientes para describir este estado: malestar intenso, angustia permanente, sensación de peligro, alarma constante, miedo atroz, zozobra, inquietud, incertidumbre, inseguridad o descontrol. ¡Casi nada!

De manera que la ansiedad podría definirse como una respuesta emocional que se desencadena ante situaciones amenazantes reales o percibidas como tales.

Cuando no es causada por un peligro cierto, puede aparecer repetidamente provocando angustia, inquietud y malestar elevados. En este caso, hablamos de ansiedad patológica o desadaptativa.

La respuesta de ansiedad no se debe a una mera adición de factores, ya que éstos interactúan entre sí produciendo un efecto multiplicador. De ahí la importancia de actuar solicitando tratamiento ante los primeros síntomas.

Causas de la ansiedad

Se han propuesto diferentes hipótesis que explicarían el origen de la ansiedad. Esto son, de forma resumida, los factores causantes:

  • Biológicos: existe cierta vulnerabilidad a padecer trastornos de ansiedad en individuos con alta reactividad o sensibilidad en el sistema nervioso autónomo, responsable del control de la frecuencia cardíaca o respiratoria.
  • Cognitivos: el modo en que procesamos la información y la valoramos como alarmante o peligrosa condicionará lógicamente la respuesta de ansiedad.
  • Conductuales: reacciones comportamentales ante la presencia de estímulos ansiógenos, así como aprendizajes o asociaciones erróneas establecidas en el pasado, llegarán a condicionar reacciones futuras.

En todo caso, la respuesta de ansiedad no se debe a una mera adición de factores, ya que éstos interactúan entre sí produciendo un efecto multiplicador. De ahí la importancia de actuar solicitando tratamiento ante los primeros síntomas.



¿Cuáles son los síntomas de la ansiedad?

No está de más, por lo tanto, permanecer atentos a las posibles señales de un estado que aconseje acudir a un profesional de la salud. 

Podemos clasificar los síntomas de ansiedad según los factores causales mencionados:

  • Fisiológicos: aceleración del ritmo cardíaco, molestias digestivas, sudoración, tensión muscular, dificultades respiratorias, opresión en el pecho, mareos y sensación de inestabilidad.
  • Cognitivos: la preocupación excesiva o rumiación, el pensamiento irracional, la constante anticipación, las valoraciones negativas sobre lo acontecido, los pensamientos catastróficos y un largo etcétera de pensamientos disfuncionales también llamados distorsiones cognitivas.
  • Conductuales: bloqueos, hipervigilancia, cambios en el patrón de sueño o de la alimentación, evitación en relaciones sociales y otras situaciones y falta de control en las reacciones.

Si has llegado al final de estas líneas y te sientes identificada o identificado con lo descrito, debes saber que existen tratamientos para combatir la ansiedad, farmacológicos y psicoterapéuticos, eficientes en un alto porcentaje de casos.

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