
¿Por qué acompañar nuestro desarrollo visual desde que nacemos? Aportamos información profesional sobre la vista con una nueva serie de artículos de Silvia Edo, Óptica Optometrista en EDO ÒPTICS.
Silvia está especializada en visión infantil, en diagnóstico y tratamiento de las anomalías binoculares, terapia visual y problemas de aprendizaje. Es Psicomotricista y Practicant Tomatis® Nivel 2.
Te lo contamos en pereznoesraton.com, el portal profesional exclusivo de IPDGrupo.com que te ofrece información para decidir sobre salud, salud visual y bienestar.
¿Por qué acompañar nuestro desarrollo visual desde que nacemos?
Silvia Edo, Óptica Optometrista
La estimulación visual temprana es prevención, no intervención. Nos empeñamos en hablar de visión cuando no vemos bien, cuando tropezamos, cuando nos cansamos al leer, o cuando notamos fatiga o vemos peor.
Pero, ¿por qué no hablamos de la visión antes de que algo falle? ¿Por qué no acompañamos la evolución de la visión desde el principio, al nacer, igual que hacemos con la alimentación, el sueño o el lenguaje?
La visión se construye, no nace hecha
El sistema visual no nace maduro. Un bebé no ve bien al nacer, aprende a ver. Durante los primeros meses y años, su cerebro construye las conexiones necesarias para que ambos ojos trabajen de forma coordinada, integrando movimiento, equilibrio y orientación en el espacio.
Cada mirada, cada cambio de luz, cada movimiento de cabeza o gesto de imitación forma parte de ese complejo engranaje sensoriomotor que da origen a la visión binocular funcional, la que nos permite dar sentido y coherencia a lo que vemos.
Acompañar este proceso no es acelerar nada, sino ofrecer experiencias visuales ricas y variadas: contrastes, luces suaves, rostros cercanos, movimiento lento, juego con el cuerpo, exploración del entorno.
Ver bien no depende solo de los ojos, sino de cómo el cuerpo, el cerebro y la emoción aprenden a mirar juntos.

Ver es integrar
La visión no es una cámara. Es una función cerebral compleja que integra información de todos los sentidos: equilibrio, tacto, audición, propiocepción… y también emoción y vínculo.
Antes incluso de moverse, el bebé ya está aprendiendo a ver. Durante los primeros meses, cuando permanece quieto en la cuna, en brazos o en contacto piel con piel, su sistema visual empieza a organizarse a través de:
- la luz,
- el contraste,
- el rostro de quien lo sostiene,
- las voces que lo envuelven
- y el movimiento suave del cuerpo que lo acuna.
El puente entre mirar y moverse, entre percibir y actuar
En el caso de los bebés prematuros, este proceso requiere aún más acompañamiento. En las unidades de neonatología, los equipos trabajan para estimular y proteger su desarrollo visual, cuidando el entorno lumínico, el contacto y la interacción, para favorecer que su evolución sea lo más saludable posible.
Más adelante, cuando el bebé comienza a seguir un objeto con la mirada, girarse hacia una voz o gatear hacia algo que le interesa, ese aprendizaje visual inicial se une al movimiento, construyendo el puente entre mirar y moverse, entre percibir y actuar.
Ahí, en esa integración entre la quietud, el vínculo y la acción, sigue desarrollándose la verdadera visión.
Desmontando mitos (1)
En los mejores casos, aún se dice que «la vista de los niños se puede mirar a partir de los tres años». En los peores, que «hay que esperar a los seis». Nada más lejos de la realidad.
El sistema visual se puede evaluar desde el momento en que nacemos, y debería hacerse un seguimiento durante todo el primer periodo de desarrollo, especialmente hasta los tres años.
Prevención: mirar antes de corregir (2)
Si el desarrollo visual se acompaña desde el nacimiento, muchos problemas posteriores pueden prevenirse o reducirse.
Detectar si un bebé no sigue estímulos visuales, si prefiere mirar hacia un lado, si no reacciona ante ciertos contrastes, son pequeñas señales que, bien interpretadas, nos permiten actuar a tiempo.
Acompañar a las familias (3)
Los padres son los primeros estimuladores visuales. No necesitan herramientas sofisticadas, sino información y acompañamiento.
Mirar al bebé, sonreírle, moverse despacio, ofrecerle objetos de distintos tamaños, texturas y colores… eso ya es estimulación visual. La prevención empieza en el vínculo, no en la consulta.

Una nueva mirada preventiva (4)
Cuidar la visión no es solo hacerse revisiones o usar gafas adecuadas. Es entender la visión como parte del desarrollo humano, un sistema que evoluciona, se adapta y necesita experiencias para crecer sano.
La prevención es estar ahí: observando, acompañando, ofreciendo oportunidades para mirar y ser mirado.
Llamada a la acción (5)
No te quedes con la respuesta de «aún no se puede mirar». La visión sí se puede, y se debe, observar desde el nacimiento.
Consulta en tu zona qué profesionales pueden acompañarte en este proceso. Y si tienes dudas, contáctame: te ayudaré a encontrar el especialista adecuado para ti y tu bebé.

La visión no se enseña: se despierta
Y para que se desarrolle, necesita tiempo, movimiento y acompañamiento. Quizás ha llegado el momento de dejar de esperar a que vea bien y empezar a mirar cómo aprende a ver.
Eso sí, es importante que la valoración y el seguimiento la realicen profesionales especializados en bebés y con formación en desarrollo visual.
Aunque todavía somos pocos, cada vez somos más los que nos especializamos para acompañar a las familias en esta etapa tan crucial.
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