El egoísmo calculador e impulsivo del psicópata. Los criminales, ¿nacen o se hacen?. Para contestar a esta pregunta hay que profundizar en dos trastornos de la personalidad: psicopatía y sociopatía.

Abrimos un nuevo apartado, Psicopatía y Sociopatía Genética versus Entorno. Se trata de un interesante capítulo que forma parte del libro Manual Básico de Criminología, de Estefanía Ros Cordón editado por Pinolia.

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El egoísmo calculador e impulsivo del psicópata

Estefanía Ros Cordón

La psicopatía es un trastorno de la personalidad en el que se carece de valores y principios socialmente aceptados, la persona se rige por sus propias reglas y su único objetivo es cumplir sus expectativas y deseos sin importar los sentimientos o emociones del resto del resto de personas que la rodean.

Sin embargo, la mayoría de los que padecen esta enfermedad mental pasan muy desapercibidos en nuestra sociedad, puesto que intentan adaptarse a las reglas sociales preestablecidas para conseguir sus objetivos. Simulan comprender y tener las mismas emociones o sentimientos que nosotros, pero son personas egoístas, calculadores e impulsivas.

Suelen tener empleos donde puedan controlar la situación, en una escala social lo más alta posible, por ejemplo, altos cargos directivos, políticos o abogados. Y suelen ser personas que, a priori, resultan magnéticas, gozan de carisma y tienen una manera de expresarse muy trabajada, por lo que captan la atención de las personas de su alrededor.

Además, suelen considerarse más inteligentes, por lo que intentarán demostrar su validez ante el resto para que se les admire.

Y son grandes manipuladores, tratan a las personas que les rodean como meros objetos para alcanzar sus objetivos, por lo que son incapaces de establecer vínculos afectivos o emocionales de ningún tipo: simplemente fingen que sienten estos lazos.

Los criminales, ¿nacen o se hacen?. Para contestar a esta pregunta hay que profundizar en dos trastornos de la personalidad: psicopatía y sociopatía.

Otro rasgo muy peculiar es que son personas que disfrutan creando o generando conflictos, gozan y sienten placer ante situaciones fuertes como el caos o los enfrentamientos. A grandes rasgos, hay varios tipos de psicópatas:

  • Primarios: psicópatas que inhiben sus impulsos para integrarse en la sociedad y conseguir sus objetivos. No experimentan emociones.
  • Secundarios: psicópatas impulsivos y propensos a crear situaciones de conflicto.
  • Descontrolados: impulsivos y con serios problemas ante la Justicia, puesto que necesitan vivir emociones fuertes para sentir placer, por lo que suelen ser drogadictos o cleptómanos.
  • Carismáticos: psicópatas manipuladores y mentirosos, suelen ser líderes o personas con gran magnetismo que utilizan sus atributos para conseguir lo que quieren.
  • Prosociales: conscientes de que son psicópatas, intentan camuflarse en la sociedad, integrándose lo mejor posible en la comunidad y comportándose socialmente, siendo plenamente conscientes de su falta de empatía y emociones hacia su entorno.

Dentro de este tipo, hay un amplio abanico de posibilidades, existiendo desde los psicópatas criminales (los que más llaman la atención), hasta las personas que no parecen tener ninguna patología y se encuentran plenamente integradas en su comunidad, incluso con familia e hijos.

Manual Básico de Criminología, de Estefanía Ros Cordón y editado por Pinolia.

En España, hay entre un 2% y un 3% de psicópatas, según diversos estudios. Aunque son datos engañosos, ya que la mayoría de los psicópatas no son criminales y, al pasar desapercibidos no existe un número de diagnosticados real. Pero lo cierto es que, y debe quedar claro, la violencia o criminalidad no está asociada directamente con este trastorno.

Un caso muy curioso es el del neurólogo James Fallon, que descubrió que era psicópata a raíz de un estudios de 2005. La historia comienza cuando Fallon se encontraba realizando un análisis cerebral de pacientes psicópatas a la vez que realizaba otro estudio cerebral de miembros de su familia.

Cuando estaba analizando los escáneres, se dio cuenta de que uno de los que tenía en la pila de su familia presentaba también rasgos psicopáticos: el suyo.

Se trataba de un cerebro que compartía muchos rasgos de personalidad, con pacientes de grave trastorno de personalidad psicopática: baja, actividad en el área del lóbulo temporal y frontal, las zonas asociadas a los valores morales, la impulsividad, las emociones y la empatía.

Con este descubrimiento, el neurólogo decidió llevar a cabo varias pruebas para ver si compartía más rasgos con los psicópatas y el estudio genético desveló la presencia de todos los alelos relacionados con la agresión, la violencia y la baja empatía.

Fallon, casado y con tres hijos, llegó a la conclusión de que su entorno, el contexto en el que había crecido y vivido, pesaba más que su carga genética, por lo que no se había convertido en un criminal.

Estefanía Ros Cordón es socia de Ethikos & Compliance, consultoría con el objetivo de que las organizaciones actúen de manera ética y socialmente responsable.

El caso del parricida José Bretón

Por ello, podemos concluir que psicópata se nace, pero el Criminal se hace a través de una serie de variables que van desde la genética hasta el entorno de la infancia y vida adulta.

Los grandes psicópatas más conocidos (gracias a las series) han tenido infancias muy duras y trágicas que, sumado a sus genes, ha propiciado que se convirtieran en los asesinos que son.

En España, hemos tenido varios casos en los últimos años, uno de los más mediáticos fue el de José Bretón.

Bretón asesinó en el año 2011 a sus dos hijos: Ruth, de seis años; y José, de dos. Fue condenado en julio de 2013 a 40 años de cárcel por un doble asesinato con agravante de parentesco, premeditación y alevosía. Este caso fue uno de los que propició la promulgación de la prisión permanente revisable en España.

Los hechos ocurrieron en Córdoba, por venganza contra su mujer, con la cual estaba iniciando un proceso de divorcio. El parricida planificó el crimen días antes, aprovechando que pasaría un fin de semana con sus hijos, compró varios tranquilizantes, que le había recetado su psiquiatra, para adormecer a sus hijos antes de asesinarlos.

Así, adquirió leña y combustible en grandes proporciones y que al final los restos de sus hijos para impedir su identificación. Inició su coartada fingiendo que los menores se habían perdido en el parque en un despiste suyo e incluso acudía a la Policía Nacional y presentó una denuncia por la desaparición de los pequeños.



El caso tuvo mucha polémica, ya que en un primer análisis de los pocos restos óseos que se encontraron, se editó que eran huesos de animal.

La madre solicitó un segundo informe pericial antropológico y en este se concluyó que los restos pertenecían a dos seres humanos entre las edades de José y Ruth.

Un tercer peritaje confirmó que los restos socios eran eran de niños. Todas estas evidencias llevaron al jurado popular a sentenciar a José Bretón como el asesino de sus hijos.

Las declaraciones de José Bretón antes, durante y después del juicio, no dejan lugar a duda de que se trata de una persona con un trastorno de personalidad y grandes rasgos psicopáticos: crueldad, falta de empatía, carencia de emociones y remordimientos, narcisismo y egocentrismo.

La muerte de sus hijos respondía a la única meta de vengarse de su mujer por querer divorciarse, hacerle el mayor daño posible posible, por no querer estar con él.


Nota de redacción / El contenido de este artículo forma parte del libro ‘Manual Básico de Criminología’, de Estefanía Ros Cordón y ha sido publicado con el consentimiento de la autora.

Tanto el título como los subtítulos y las ilustraciones han sido añadidos por jupsin.com.

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