
¡Deporte es salud y no tiene edad! Las personas que realizan ejercicio físico cuidan su salud cardiovascular y amplían su esperanza de vida.
Interesante información profesional aportada por la doctora Nieves Fernández Letamendi, coordinadora de Geriatría del Hospital Universitario Quirónsalud Zaragoza.
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¡Deporte es salud y no tiene edad!
¿Cómo podemos cuidar nuestro corazón a partir de una edad avanzada? Practicar deporte de manera regular se convierte en un gran aliado para la salud cardiovascular de las personas mayores.
Existe una alta evidencia científica de los beneficios que el ejercicio físico puede aportar en esta etapa de la vida.
Así lo explica la doctora Nieves Fernández Letamendi, responsable de Geriatría del Hospital Universitario Quirónsalud Zaragoza:
«Las personas que realizan actividad física son menos propensas a complicaciones y a la multimorbilidad, por lo que la movilidad puede relacionarse con una mayor esperanza de vida si va de la mano de factores como dieta, prevención precoz de comorbilidades o buen soporte socio-familiar, entre otros».
Así, la especialista recomienda ejercicios de fuerza y aeróbicos adaptados. Eso sí, si existen patologías previas, como infarto o insuficiencia cardíaca, es fundamental que la actividad física esté supervisada de cerca por el médico y, a ser posible, por un fisioterapeuta.

Valoración geriátrica integral
Asimismo, la doctora aconseja realizar una valoración geriátrica integral previa, «ya que el ejercicio físico debe estar adaptado e individualizado a cada persona».
«Si no lo hacemos -continúa-, corremos el riesgo de sufrir descompensaciones, especialmente en los pacientes que ya tienen patologías previas…
… Por eso, lo ideal es hacer esta valoración en la que se analizará también si es necesaria la colaboración de fisioterapeutas, terapeutas ocupacionales y nutricionistas».
Por otro lado, si hablamos de una persona mayor sana o con comorbilidad controlada, la frecuencia puede ser diaria en ejercicios de fuerza, mientras que en el ámbito aeróbico se recomienda un mínimo de 45 minutos durante tres veces a la semana.

Dieta equilibrada y mediterránea
En cuanto a la dieta, la doctora aconseja seguir una pauta equilibrada, preferiblemente mediterránea. Es decir, rica en fibra, verduras, frutas, legumbres y dosis balanceadas de grasas, proteínas y carbohidratos.
Además, es importante no fumar, no abusar del alcohol -aunque lo mejor es evitarlo- e hidratarse bien y no hacer deporte en horas de más sol y calor.
Consecuencias del sedentarismo y la inmovilidad
La inmovilidad está asociada con un alto riesgo de complicaciones ligadas a la sarcopenia (pérdida de masa muscular). Esta característica se incrementa en los pacientes que tienen comorbilidades previas.
«Una de los principales condicionantes de la fragilidad es la disminución de reserva que tenemos para que nuestro organismo afronte un estrés orgánico en un determinado momento, Esto puede condicionar la aparición de dependencia física de otra persona», advierte la doctora.
Decálogo de la importancia del ejercicio en personas mayores
De este modo, se puede establecer un decálogo de la importancia del ejercicio en las personas mayores:
(1) Ayuda a controlar las enfermedades cardiovasculares en general (hipertensión, problemas vasculares cerebrales, dislipemias, insuficiencia venosa en extremidades inferiores, etc).
(2) Ayuda a retrasar la resistencia a la insulina asociada con el envejecimiento, por lo que se disminuye la incidencia de obesidad, diabetes tipo II y síndrome metabólico.
(3) Reduce la pérdida mineral ósea al potenciar la actividad hormonal osteoblástica y el proceso de remodelación ósea. A su vez, potencia la musculatura, por lo tanto también hay menos incidencia de fracturas, incluida la de cadera, en pacientes que hacen ejercicio de manera habitual.

Menor riesgo de caídas
(4) Disminuye el riesgo de caídas, ya que mejora la atrofia muscular, el equilibrio, la coordinación y la elasticidad.
(5) Reduce el dolor musculoesquelético asociado a la artrosis o artritis.
(6) Refuerza el sistema inmune del mayor.
Mejora y conserva la función cognitiva
(7) Mejora la sexualidad.
(8) Ayuda a mejorar y conservar la función cognitiva.
(9) Disminuye la prevalencia de depresión, ansiedad y otras enfermedades mentales, mejorando su autoestima y autonomía. Además, favorece las relaciones sociales.
(10) En pacientes con cáncer, se ha demostrado, dentro de un programa manejado en equipos interdisciplinares, mejor pronóstico, menor mortalidad y mejora en la calidad de vida con un mejor control de síntomas, entre ellos el dolor.
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