¿Existe un antídoto contra la frustración en el fútbol? Un artículo para que opines y nos dejes tus reflexiones en comentarios.

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¿Existe un antídoto contra la frustración en el fútbol?

Los futbolistas de élite son humanos. Es decir, tienen sentimientos y emociones. Y, por lo tanto, ante determinadas situaciones, los exteriorizan.

La alegría por el éxito obtenido, por la superación de un reto, lleva a David Alaba a levantar una silla de plástico, por ejemplo, por encima de la cabeza y blandirla como estandarte ante la afición.

También hay futbolistas que no expresan sus sentimientos, o lo hacen en círculos más cercanos y cuando han pasado horas o días del partido. No es habitual, pero sucede, que no se celebre con euforia la victoria. Sin duda, motivos personales externos pueden contribuir a esta falta de entusiasmo.

Los futbolistas de élite son humanos. Es decir, tienen sentimientos y emociones. Y, por lo tanto, ante determinadas situaciones, los exteriorizan. La emoción se desborda en los jugadores del Real Madrid al celebrar la Champions League número 15.

Pero hoy no queremos hablar de los sentimientos de alegría al alcanzar la gloria futbolística. Todo lo contrario, hoy vamos a hablar de la frustración ante la derrota.

La primera coincidencia es que frustración empieza con f, que también es la primera letra de la palabra fútbol. Pero este dato no da mucho más de sí.

En términos de aprendizaje, sin duda, deberíamos valorar más la derrota que la victoria. Aunque no siempre es así, y la única manera de aliviar la frustración es exteriorizar el “somos mejores, merecimos ganar”.  

¿Es realmente así, fuimos mejores?, entonces ¿por qué perdimos? Todo es relativo si tenemos en cuenta que en deportes como el fútbol los goles (y no siempre el buen juego o jogo bonito) marcan la diferencia entre el triunfo y la derrota.

Cuando hablamos de fútbol, la historia se ha encargado de establecer una regla no escrita y que se repite, y se repite, y se repite en todas las competiciones. ¡No siempre gana el equipo favorito! O una de dos, era un falso favorito, o factores diversos han hecho que dejara de serlo.

El gol, ese tan vitoreado rey, es el que realmente inclina la balanza de la justicia futbolística. Por eso, empatar, es el consuelo de los perdedores y una forma de evitar la frustración plena.

Esa frustración por la derrota, unida al esfuerzo muchas veces sobrehumano tras el tiempo de partido, más la prórroga y los penaltis, aflora de la peor manera posible en los futbolistas.

Y se traduce en comentarios no excesivamente meditados cuando los periodistas les enchufan el micro sin apenas darles tiempo para superar el resuello y enjugar el sudor.

Y es ahí cuando escuchamos la malvada voz de la frustración, la excusa, en el polo opuesto de los valores del deporte. Entonces nos preguntamos, ¿dónde queda el espíritu olímpico de Lo importante es participar? Veremos este verano qué sucede en los Juegos Olímpicos de París.

Si a la frustración de los futbolistas añadimos la de los entrenadores, para qué queremos más.

El jefe pone sobre la mesa de la sala de prensa toda una serie de factores determinantes para justificar la derrota. Guante que, instantáneamente recogen los creadores de memes.

El primero factor de frustración de los entrenadores es poner el foco en los colegiados (sagrada institución), con el incumplido yo no hablo de los árbitros. Por supuesto que quieren ponerles a caer de un burro, pero rajar de los hombres de la justicia en el fútbol español es pena segura de grada al menos un par de partidos.

Otros factores muy socorridos y utilizados por los entrenadores para disimular la frustración de la derrota es, sin duda, el estado del césped. Omiten, por supuesto, el pequeño detalle de que el supuesto patatal era igual para ambos contendientes.

Y no podemos olvidar los socorridos aspectos meteorológicos, sobre todo el viento.

Existen excusas de todo tipo y de ellas dan cuenta los miles de memes que al respecto se reproducen en las redes sociales como si de la aparición de setas se tratara tras la lluvia.

Los árbitros también sufren la frustración, pero en silencio, en su castillo, cuando vuelven a ver el partido en diferido y reconocen el mea culpa. O en la nevera. Pero ni cuando se jubilan suelen reconocer sus errores.

¿Y qué decir de los árbitros? ¡Ay, los árbitros!, ¡Con la Iglesia hemos topado! Esos seres que hasta no hace mucho vestían luto (presagio), y ahora gustan del rojo pasión y otros colores chillones, como el temido amarillo en cualquier escenario.

Los árbitros españoles son famosos en el mundo entero por tener licencia para equivocarse y no reconocerlo nunca…

… entre otras cosas porque no les dejan darle a la de sin hueso ya que podrían verse castigados a las penas del infierno más frio, la famosa nevera en la que tiritan mientras se muerden las uñas sin arbitrar durante unas semanas. No hay mal que por bien no venga y ese descansito viene bien de vez en cuando para dejar que pase el tiempo y que la cagada cometida se enfríe.

Esos señores, cuatro en cada partido sin tener en cuenta el VAR, que visten de corto y que son observados con lupa, a los que se ha asociado históricamente con maletines y casi nunca se les ha demostrado nada.

Los árbitros también sufren la frustración, pero en silencio, en su castillo, cuando vuelven a ver el partido en diferido y reconocen el mea culpa. O en la nevera. Pero ni cuando se jubilan suelen reconocer sus errores.

¡Ay, los árbitros! Les dan el título oficial y con él el de chulo oficial, con cara de haberse tragado un sable, inflexibles y dramáticos al enseñar la tarjeta de turno.

He visto agentes de la autoridad que dan menos miedo que los árbitros face to face, cuando re-soplan como si no hubiera un mañana el silbato y se echan mano al bolsillo en busca de la temida cartulina.

La mayor frustración de los árbitros, y su mayor valor es, la necesidad de pasar desapercibidos… y no conseguirlo. Su mayor penitencia, convertirse siempre en la diana de la frustración de todo el mundo.

Hay grupos, cada vez más numerosos, que ya nacieron con el ADN de la frustración y el fútbol les dio las herramientas para convertirla en violencia y odio.

La frustración de los aficionados va por barrios. Depende del equipo que gana y del equipo que pierde. Si tu equipo pierde, la frustración te invade, y puede perjudicar seriamente tu salud.

Los más agresivos rompen el plasma si están viendo el partido en casa, los más calmados pierden el apetito y se van a la cama tristes y con un gran dolor en el alma, porque saben que solo les quedan las horas de la meditación.

También están los delincuentes, los que antes de que se celebre el partido, se dedican a romper todo lo que encuentran a su paso hasta llegar al estadio, a beberse las reservas de alcohol de los bares y a liarse a estacazos con los hinchas rivales. Estos ya nacieron con el ADN de la frustración y el fútbol les dio las herramientas para convertirla en violencia y odio.

Pero los realmente aficionados, los que se gastan una pasta todos los años en renovar la camiseta de su equipo, los que se saben las alineaciones al dedillo y no faltan al campo ni en invierno ni en verano, esos, sufren como nadie y la frustración les invade cada vez que pierde su equipo.

Y bien llevada, se traduce en ejemplo para todos. Ahora, el riesgo es muy elevado de que la frustración convierta al aficionado en el peor de los monstruos, capaz de lanzar por su boca los insultos más humillantes y adoptar posiciones y movimientos tan alejados de la educación que avergüenzan a todos, menos a ellos. ¡Cuidado, porque ahora pueden ir a la cárcel!

Viñeta de Idígoras y Pachi, exclusiva en conSdesport.com.

Como mis conocimientos de Psicología son bastante limitados, he recurrido a una buena amiga y profesional en la materia, además de especializada en intervención social, Silvia Chamorro, que muy amablemente ha completado estas reflexiones sobre la frustración:

  • Cuando hablamos de emociones, podemos diferenciar entre agradables y desagradables. En el caso de la frustración, hablamos claramente de una emoción desagradable de sentir. Es como un vacío, una necesidad no cubierta o un deseo insatisfecho. 
  • Cuando una necesidad no es cubierta se genera un malestar emocional en la persona. Entonces, existen dos opciones: o escuchamos lo que nuestra emoción nos intenta transmitir y actuamos para cubrir esa necesidad o lo ignoramos y acumulamos hasta que nos sea posible (spoiler, sale mal). 
Silvia Chamorro, psicóloga especializada en intervención social.
  • Lo que ocurre en el fútbol y en otros deportes es que uno puede tener un gran deseo de que su equipo salga vencedor, pero no tiene ningún control sobre el resultado. Al empezar el juego las emociones más presentes serán la ilusión y la incertidumbre de no saber el resultado.
  • Cuando el juego termina los vencedores se pondrán eufóricos. Y los perdedores, que a pesar del malestar no pueden cambiar el resultado, se sentirán frustrados. A la ilusión se impone la realidad de que soy incapaz de satisfacer mi necesidad o mi deseo. 

Gracias Silvia Chamorro por dar a estas reflexiones sobre la frustración en el fútbol un aire más científico.

En definitiva, la frustración es un sentimiento íntimamente relacionado con el futbol, que va por barrios y que muchos sufren más que unos pocos, porque solo un equipo levanta la copa.

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